El oficio como curador de arte

Por: José Gregorio Noroño, curador y crítico de arte

En mi época como investigador y curador del Museo de Arte Contemporáneo de Maracay Mario Abreu, mis compañeros de trabajo me sugirieron que hiciera un texto donde explicara qué era un curador, en qué consistía su oficio. Aunque les parezca extraño, en la práctica sabía hacer muy bien mi oficio, pero teóricamente no sabía qué era un curador; en ningún momento me había puesto a reflexionar sobre la actividad de esta figura. Entonces me dispuse a investigar, y entre los textos sobre el tema encontré uno muy interesante, publicado en la revista venezolana Estilo, de la autoría de Félix Suazo, titulado El (sano) oficio de curar, artículo reflexivo que me dio luces, junto a mi experiencia como tal, para desarrollar didácticamente el tema en cuestión. 

Al revisar la etimología del vocablo curar, encontramos que éste proviene del latín curare, que significa cuidar. En español, curar tiene varios sentidos: además de cuidar significa sanar, suministrar los medicamentos a un enfermo, preparar las carnes para conservarlas, curtir las pieles. De curare deriva el vocablo inglés curator —curador— que se traduce como cuidador, como una persona que cuida de alguna cosa, por ejemplo, de los bienes de un menor o de una persona incapaz de administrarlos. De allí, este término se extiende para señalar la actividad de aquellas personas que realizan curadurías.

La tarea que actualmente realiza un curador de arte, anteriormente la realizaba un poeta, un escritor o cualquier persona aficionada o interesada por el acontecer artístico. El curador, como profesional especializado, es una figura que, en nuestra cultura visual latinoamericana, cuenta con unos 30 años de haberse iniciado, la cual ha ido tomando relevancia. El término curador se ha vuelto tan usual dentro y fuera de los museos, que el público no deja de preguntarse en qué consiste realmente su actividad. 

Cuando alguien oye o se encuentra con el sustantivo curador, de inmediato lo relaciona con un sanador de cuerpos, con una persona que sana, repone o restablece la salud de un individuo. Partiendo de esta idea que se ha formado el público, podemos decir que el curador es una suerte de médico que cura ciertas “patologías del arte”, “que es un sanador de lo bello y restaurador de un campo de asepsia para el arte”, como dice Suazo. Visto de esta manera, este término se ajusta más a la función del conservador o restaurador de obras en un museo, ya que, efectivamente, éste actúa como un médico, aplica métodos terapéuticos: previene a las obras de enfermedades y, cuando es necesario, les realiza intervenciones quirúrgicas, figurativamente hablando. 

El curador —si lo vemos bajo la metáfora de Suazo, como un “terapeuta o sanador del arte”— es quien realiza un diagnóstico que ayuda a revelar una situación artística en particular, y sus reflexiones o propuestas teóricas pueden ser interpretadas como prescripciones que permiten entender y atender el estado de salud de la producción artística que le haya correspondido cuidar, es decir, curar. 

Ahora bien, acercándonos más a esta figura profesional, encontramos que el curador de arte, visto en principio como personal de planta de un museo, es el representante general de una colección en particular, bien sea de pintura, escultura, obras sobre papel, nuevos medios, entre otras disciplinas artísticas. Es el responsable de velar por su conservación, de su estudio y conocimiento, además de organizar exposiciones relacionadas con las obras que están bajo su cuidado o curaduría. Claro, él también se interesa por obras de otros museos o coleccionistas particulares, con el fin de realizar, enriquecer o complementar exposiciones vinculadas con su colección.

En la acepción más amplia del término, un curador de arte suele ser el encargado de preparar conceptualmente una exposición, de construir lecturas a través de ese evento, el cual lo integra un grupo de objetos artísticos, a cuyo proceso de producción le hace seguimiento desde la concepción de la idea hasta la puesta en escena. El curador es quien establece el tema o concepto, es decir, el hilo conductor del evento; selecciona al artista o los artistas; hace investigación documental y de campo (visita artistas en su taller, colecciones públicas y privadas, realiza entrevistas, escoge las obras); prepara el guion museológico, supervisa la museografía y el montaje; redacta y supervisa los contenidos del catálogo, tales como ensayo crítico, comentario de obras, síntesis curricular, lista de obras, fotografías, diseño y corrección de estilo. 

En resumen, la figura del curador está muy relacionada con la actividad investigativa, crítica, museográfica y de promoción cultural.

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