Es un artista moderno pero a su vez es contemporáneo, al inspirarse  en el arte tradicional, como es el caso en Venezuela, Juan Sánchez, que a través de inspirarse en la piedra para convertirla en arte sacro al remirar su entorno y conjugarlo con fe. El Rumano es un escultor de líneas simples que nunca se consideró abstracto, las paradojas que se planteaba en el arte Brancusi(1876-1957) son nuestra propia imposibilidad de expresar que es el arte. 

En 1900 dijo a Rodin: «A la sombra de una gran encina no pueden crecer arbustos jóvenes».  Cuando rechazó la invitación que le había hecho para trabajar con él.

«Para honrar a un gran hombre yo hago como el agricultor que construye un pozo y le da el nombre de la persona que quiere recordar. He pensado hacer en Bucarest este pozo y no una excelencia vestida de frac.»(C.B)

Apollinaire afirmó del escultor: “Te encaminas hacia Auteuil, retornas a pie a casa; vas a dormir entre tus fetiches de Oceanía y Guinea: son los Cristos de otra forma y de otra fe, son los Cristos inferiores, de las oscuras esperanzas.»

El Beso es un  monumento a Tanosa Gasset Skaia: “Hay algo hierático, ritual en ese acto de amor que se cumple con sumaria geometricidad; algo perenne que surge de los orígenes de la pareja humana sobre la tierra. (…) Es un símbolo concreto de la génesis.’ 

Petru Cormarnescu, crítico rumano, explicó sobre este arte moderno y a su vez contemporáneo que en la campiña rumana, los aldeanos tiene la costumbre de plantar sobre la tumba de sus progenitores dos árboles, que  al crecer, entrelazan sus ramas en un indisoluble abrazo, ya que creen que los árboles son seres vivientes. Sobre estos asectos en su diario afirmaba Brancusi: «El amor tiene en la voz de la especie su motor invisible y mudo y en el impulso hacia lo “absoluto y hacia la unidad que en tres casos me esforcé en expresarlos con los símbolos de El Beso”.

«A al simplicidad se llega a pesar de sí mismo, en cuanto uno se aproxima al sentido real de las cosas ¿Qué cosa define a nuestra época se preguntaba en su diario? Y respondia creo que la velocidad. Los hombres atacan el espacio y al tiempo, acelerando sin tregua los medios para atravesarlos. La velocidad no es más que la medida del tiempo que emplea el hombre para salvar una distancia.  Y tal  vez se trate de la distancia que lo separa de la muerte. La obra de arte expresa justamente aquello que no está sometido a  la muerte. Pero debe hacerlo en una forma que sea testimonio de la época en que vive el artista».

En la escultura “El Pez” de 1927, escribió en su diario: «cuando vean un pez, no piensen en sus escamas sino en la rapidez de su movimiento, en su cuerpo… visto a través del agua. En otro párrafo de dicho diario en el monólogo que es la escritura escribió:

«El símbolo religioso revela la solidaridad que existe entre las estructuras de la existencia humana y las estructuras  universales, simbólicas. El hombre no se siente aislado del Cosmos, se siente «abierto» hacia un Mundo que, gracias al símbolo, se le hace familiar. Aquel que entiende así a un símbolo, no solo se abre al mundo objetivo sino que, al mismo tiempo, consigue salir de su situación individual y acceder a una comprensión universal. Despierta la experiencia individual y se transmuta en acto espiritual.»

En la pareja de “Adán y Eva ” creada en 1921 afirma en otras páginas de su diario: “Eva está por encima porque su destino es perpetuar la vida… representa la fertilidad, un capullo a punto de florecer, una flor a punto de germinar; Adán debajo, cultiva la tierra, transpira y se fatiga.”

Usa el folklore como puerta a la transgresión de las vanguardias , su creación sobre la Maiastra, ave legendaria rumana que tiene el poder de vencer a las fuerzas maléficas que amenazan su felicidad. Ese  es el tema de muchas de las obras de Brancusi:  Sorprendentes, increíbles; folklore sin pintoresquismo; realidad antirrealista; figura mas allá de lo figurativo; ciencia y misterio.» Afirma Ionesco de esta pieza

«No creo en el tormento creativo. La misión del arte es crear alegría. No se crea artísticamente sino dentro del equilibrio y la  paz interior. Como en mi pieza: El Milagro de la Foca. 1943” escribe  en si diario: «El milagro consiste en la fusión de dos elementos contradictorios: la agilidad y la pesadez.El sabio transforma su veneno interior en un remedio para sí y en medio de curación para otros»  

El «Sabio aldeano» que siempre quiso ser nunca llora. Sonríe y construye. Conoce una alegría constante. Demuestra su valor en los momentos arduos. El aura de los mitos lo baña de azul.»(C.B)

«¡Crear como un dios! ¡Ordenar como un rey!¡Trabajar como un esclavo!»

«¡Oh, Al buen Dios lo esperaré aquí, en mi casa, en mi taller!».

James Joyce, en el Ulysses haciendo referencia a la de Brancusi dijo «Los grandes movimientos que provocan las revoluciones del espíritu nacen de los sueños y visiones de un pastor de la montaña para quien la tierra no es un campo de exploración sino una madre viviente». 

Otros críticos europeos afirman: Partiendo de unos planteamientos escultóricos anclados en el realismo, el artista inició un camino, absolutamente coherente, que fue acercándose de manera progresiva hasta la abstracción, buscando, como él mismo afirmaba, «la esencia de las cosas». Y no cabe duda de que lo consiguió: sus obras fueron desprendiéndose de todo lo accesorio y tendiendo a lo sencillo, dejándonos al tiempo un extenso catálogo de enorme atractivo. Podría decirse que Brancusi buscaba la pureza de las formas, pero que éstas no eran más que un pretexto para mostrarnos el espíritu, lo inmaterial, lo permanente. Tal vez ello explique porqué muchas de sus esculturas presentan esas formas alargadas tan características, como si quisieran soltarse de sus pedestales y romper a volar, libres de toda atadura.

Por los años que ya había tenido exito Brancusi había desarrollado sus imágenes en bronce y mármol. Parecen a primera vista abstractas y muy simples, geométricas y simétricas, pero de hecho son siempre representaciones, y sus formas son alusivas y sutiles. Como Brancusi dijo: «hay imbéciles que dicen que mi obra es abstracta; eso que ellos llaman abstracto es lo más realista, porque lo que es real no es el exterior sino la idea, la esencia de las cosas«.

En 1920 Princesa X fue sacada del Salón de los Independientes, porque sus formas parecían indudablemente fálicas. En 1926 las aduanas estadounidenses declararon que Pájaro en el espacio, una pieza de bronce pulido, no era una obra de arte sino un objeto manufacturado en el extranjero y, por tanto, sujeto al pago de una tasa. En 1928, afortunadamente los jueces sentenciaron que se trataba de una obra de arte.

Paralelamente a estas obras, Brancusi desarrolló, a partir de 1913, importantes trabajos en madera tallada. La imagen de éstos es bastante distinta, dicen algunos críticos europeos: sus tallas en madera son primitivistas y remiten al arte tribal. Algunas   también en madera formas suaves, como en mármol o bronce; es el caso de Torso de joven (1922), Gallo (1924) o Retrato de Nancy Cunard (1928).

Eso no quiere decir que Brancusi, después de estos descubrimientos, se hubiera puesto a hacer «arte popular rumano». No imitó las formas ya existentes ni copió «el folklore». Por el contrario, comprendió que la fuente de todas estas formas arcaicas, tanto las del arte popular de su país como las de la protohistoria balcánica y mediterránea, del arte «primitivo» africano u oceánico, estaba enterrada en las profundidades del pasado. Igualmente comprendió que esta fuente primordial no tenía nada que ver con la historia «clásica» de la escultura en la que él, por lo demás como todos sus contemporáneos, se había encontrado situado durante su juventud en Bucarest, Munich o París.

Brancusi era contemporáneo por excelencia de esta tendencia hacia la «interiorización» y la búsqueda de «profundidades», contemporáneo del interés apasionado por los estadios primitivos, prehistóricos y prerracionales de la creatividad humana. Después de haber comprendido el «secreto» central, justamente que no son las creaciones folklóricas o etnográficas las susceptibles de renovar y enriquecer el arte moderno, sino el descubrimiento de sus «fuentes», Brancusi se sumergió en una búsqueda sin fin, detenida sólo con su muerte. Volvió de modo incansable a algunos temas, como si estuviera obsesionado por su misterioso por sus posibilidades artísticas que no llegaba a realizar. Trabajó, por ejemplo, diecinueve años en la «Columna sin fin» y veintiocho en el ciclo de los pájaros. En su Catálogo razonado, Ionel Jianu registra cinco versiones en madera de roble de la «Columna sin fin», además de una en yeso y otra en acero, ejecutadas entre 1918 y 1937. En cuanto al ciclo de los pájaros, Brancusi realiza entre 1912 y 1940, veintinueve versiones, en bronce pulido, en mármol de diferentes colores y en yeso. Es cierto que la recuperación constante de un motivo central se encuentra también en otros artistas, antiguos o modernos. Pero este método es fundamentalmente característico de las artes populares y etnográficas, donde los modelos ejemplares requieren ser indefinidamente retomados e «imitados» por razones que nada tienen que ver con «la falta de imaginación» o «de personalidad» del artista.

Si en la obra de Brancusi se ha podido ver no sólo una solidaridad estructural y morfológica con el arte popular rumano, sino también analogías con el arte negro o la estatuaria de la prehistoria mediterránea y balcánica, se debe a que todo estos universos plásticos son culturalmente homologable: sus «fuentes» se encuentran en el paleolítico inferior y en neolítico. A través de su visión del arte de estas esencias ancestrales crea obras contemporáneas y sacras.

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