Jorge Oteiza: Nada lo es todo
El Museo de Arte Guggenheim ha acogido recientemente la primera retrospectiva completa en Nueva York de Jorge Oteiza (1908-2003), una figura formidable en la historia del arte vasco del siglo XX. Su obra (representada en la exposición por 125 esculturas, dibujos y collages) es especialmente interesante por su abanico de influencias, que incluye las culturas neolíticas y los movimientos vanguardistas del neoplasticismo y el constructivismo. Como señala el material de prensa, aunque Oteiza compartía con otros artistas de su generación una perspectiva formalmente abstracta, pero también espiritual y humanista, su obra es singular por su escala diminuta: consideraba sus obras “experimentos de laboratorio” o exploraciones de estudio y se conformaba con que siguieran siendo pequeñas. Oteiza también destaca por su decisión de dejar de trabajar como escultor en 1959, una vez alcanzados sus objetivos formales y conceptuales. Con la excepción de una breve reanudación de su trabajo escultórico en 1972-75, se dedicó a la investigación lingüística y estética, así como a causas políticas y sociales en la región vasca.
Nacido en el País Vasco en 1908, Oteiza pasó tres años estudiando medicina en Madrid, para retomar sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de la ciudad a principios de la década de 1930. Sus primeras obras consistían principalmente en piezas influidas por artistas como Constantin Brancusi y Jacob Epstein, que llegaron a exponerse en Madrid. A mediados de la década de 1930, Oteiza decidió trasladarse a Sudamérica, donde desarrolló su sensibilidad, atraído tanto por las culturas precolombinas como por el arte de vanguardia del siglo XX. Regresó a España en 1947 y se instaló en Bilbao. Allí respondió a la influencia del escultor inglés Henry Moore, al tiempo que originaba su teoría de la Proposición Experimental, proyecto que le ocupó en la década de 1950, periodo destacado en la exposición del Guggenheim. Oteiza basaba esta noción más vanguardista del arte en su creencia de que el vacío es la fuente de todas las formas: con el uso del espacio negativo en la escultura, se espera que el espectador desempeñe un papel más activo, sacando a la luz mediante su interacción los vacíos a los que se enfrenta en una obra concreta.
But Oteiza was not a purely theoretical sculptor in his early period. One can see the effect of Moore’s sculptures in two figurative works: Figure for the Return from Death (1950), a bronze of a standing person only 16 inches high, and The Earth and the Moon (1955), a limestone sculpture of two figures outlined by negative space, in which light and shadow are captured and held by the positive and negative forms. As time went on, Oteiza’s work became more abstract—he was influenced by such modern masters as Kandinsky, Malevich, and Mondrian, whose example pushed the Basque artist in the direction of a conjoined aesthetic of formal exploration and spirituality. Indeed, the drive to join the two notions of work would become the basis of Oteiza’s art until he abandoned making sculpture. Even after his figurative work gave way to pure abstraction and a mostly impartial, investigative stance, one senses Oteiza’s concern with humanity, primarily in the small size of the pieces he made.
Pero Oteiza no fue un escultor puramente teórico en su primera época. Se puede ver el efecto de las esculturas de Moore en dos obras figurativas: Figura para el regreso de la muerte (1950), un bronce de una persona de pie de sólo 16 pulgadas de altura, y La Tierra y la Luna (1955), una escultura de piedra caliza de dos figuras delineadas por el espacio negativo, en la que la luz y la sombra son capturadas y sostenidas por las formas positiva y negativa. Con el paso del tiempo, la obra de Oteiza se hizo más abstracta, influida por maestros modernos como Kandinsky, Malevich y Mondrian, cuyo ejemplo empujó al artista vasco en la dirección de una estética conjunta de exploración formal y espiritualidad. De hecho, el impulso de unir ambas nociones de trabajo se convertiría en la base del arte de Oteiza hasta que abandonó la escultura. Incluso después de que su obra figurativa diera paso a la abstracción pura y a una postura mayoritariamente imparcial e investigadora, se percibe la preocupación de Oteiza por la humanidad, principalmente en el pequeño tamaño de las piezas que realizó.
Tomado del articulo Jorge Oteiza: Nothing is Everything publicado en 1 de marzo de 2006 por Jonathan Goodman
Jorge Oteiza: Nothing is Everything