ALEJANDRO OTERO b.1921, d.1990 VENEZUELA

Realizados entre 1955 y 1960, los coloritmos son el resultado más acabado de las búsquedas de Alejandro Otero en el campo de la abstracción. Coloritmo 34 es una de las noventa piezas de esta serie, que se subdivide en ochenta y cuatro coloritmos y seis coloritmos en movimiento. Estas obras aparecen como el producto de un diálogo, comenzado en 1951, entre Otero y la obra de Mondrian. Los coloritmos son realizados con una pintura industrial, el duco, aplicada con pistola de aire o rulo sobre soportes rectangulares —ensanchados— de madera laminada o plexiglás. Pueden ser verticales u horizontales, pero todos se estructuran sobre un mismo esquema: una estructura de base, compuesta por intervalos regulares de rayas oscuras sobre el fondo blanco, al interior del cual el artista dispone una serie de planos geométricos y coloreados de manera uniforme —en general, con colores primarios, pero no exclusivamente-. Estos planos geométricos varían de número, tamaño, forma e intervalo en cada pieza y, al insertarse entre las rayas verticales, producen el efecto de activar la composición, tanto bajo el aspecto del color como bajo el aspecto rítmico. De ahí el nombre de color-ritmos. Pero parece haber algo más. Tal como sucede en la obra de Mondrian, los coloritmos de Otero permiten entrever, tras ellos, una reflexión filosófica. La estructura de fondo, con sus rayas regulares de contornos bien definidos, obtenidos mediante el uso de cintas adhesivas, tiene una función similar a la de una partitura musical o a la de las rayas en un cuaderno. Representa una especie de orden universal, objetivo, preordinado e inmutable. Mientras tanto, los planos de colores equivalen a accidentes particulares, subjetivos, cuyo carácter es esencialmente expresivo. De este modo, cada coloritmo viene a ser una canción de color diferente, escrita sobre la misma partitura. El artista venezolano Alejandro Otero estudia en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas y da sus primeros pasos como artista exponiendo pinturas realistas en salones nacionales a principios de los años cuarenta. Pero una larga estadía en París (1945-1952) lo conduce a alejarse de la representación mimética. En una primera etapa (1946-1948), realiza una serie de variaciones sobre temas estáticos, como cafeteras y candelabros, combinados con un lirismo colorido, gestual y estructurados a través de angulosas líneas negras. Expuestas en 1949, en el Museo de Bellas Artes de Caracas, las obras provocan controversia, pero le confieren la posición de liderazgo en el movimiento de avanzada de su país. Sin embargo, al regresar a París, en 1950, se vuelca hacia un abstraccionismo más radical. Ese mismo año funda, junto con otros connacionales radicados en Francia, el grupo Los Disidentes, que ataca el conservadurismo artístico venezolano y aboga por la abstracción geométrica. Surge, entonces, la influencia de Piet Mondrian, a quien estudia durante un viaje a Holanda en 1951. De ahí en adelante, todo el trabajo de Otero de los años cincuenta dialogará con la obra de Mondrian: las Líneas de color sobre fondo blanco (1951) y los Collages ortogonales (1951-1952), que exploran los efectos ópticos y dinámicos de la línea y el color, a partir del entrelazamiento de tiras de papel de distinto color; los murales y los vitrales que ejecuta para el proyecto de la Ciudad Universitaria de Caracas de Carlos Raúl Villanueva; hasta los célebres coloritmos que realiza entre 1955 y 1960, luego de desilusionarse frente a la posibilidad de una integración efectiva entre arquitectos y artistas. En efecto, a través de los coloritmos alcanza notoriedad internacional. Con ellos entra en la colección del MoMA, 1956, gana el Premio Nacional de Pintura en el Salón Nacional venezolano y una Mención de Honor en la Bienal de São Paulo de 1959. Entre 1960 y 1964 vuelve a París buscando abrir nuevas rutas en su trabajo. Experimenta con el informalismo en collages, ensamblajes y objets trouvés. En la década del sesenta comienza a realizar esculturas públicas al aire libre en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. En 1971 gana una beca Guggenheim y pasa una temporada como artista visitante de MIT. – A.Ar

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