JOSE GREGORIO Y GALLEGOS

Por, Nicomedes Febres Luces

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Antes de hacerse famoso por su novela Doña Bárbara una década después, Rómulo Gallegos escribió en el número 27 del 6 de julio de 1919 de la revista femenina Actualidades, muy exitosa entonces y sin ser un chupacirios, un artículo muy sentido sobre la muerte de José Gregorio Hernández que conmocionó a la ciudad por lo abrupta e inesperada. Dice al respecto nuestro novelista: “Pocas veces he visto en Caracas una manifestación de duelo más espontánea, general y profunda por la muerte del señor Doctor José Gregorio Hernández. Fue arrollado el domingo 29 de junio pasado. La noticia dolorosa se divulgó pronto produciendo una dolorosa impresión de estupor y pena.” Luego el escritor apunta sobre el personaje: “Unía a sus vastísimos conocimientos y a su inteligencia lúcida aquél don especial del médico por vocación, que con pronta penetración acierta a desentrañar los males del organismo”. “El doctor Hernández era un hombre raro en nuestros días por su humildad sincera, condición predominante de su carácter y por sus ideas y costumbres profundamente religiosas. Ajusto su vida leal y estrictamente a los principios de su credo católico: desprendido de los intereses y vanidades del mundo”. Luego señala: “No tuvo jamás miras interesadas, propósito de lucro, ni siquiera la vanidad del sabio seducido por el brillo de la ciencia moderna. Fue un sacerdote de la ciencia. Nunca hizo distinciones entre el cliente opulento y el mísero, y en el tugurio del proletario desamparado y enfermo solía dejar las monedas con el que el magnate recompensara sus servicios. Por eso el clamor de duelo del pueblo de Caracas era voz entrañable y sincera, que lamentaba la desaparición eterna de aquél justo que fue siempre su amigo invariable en las horas de quebranto e infortunio”. “Los altos dignatarios nacionales tomaron parte en ese duelo: el señor Ministro de Instrucción Pública participó la infausta nueva al señor general Juan Vicente Gómez, presidente electo de la República”. “El Doctor Márquez Bustillos, presidente provisional hizo acto de presencia en la capilla ardiente en uno de los salones del edificio de la Universidad. Solemnísimo fue el acto. El pueblo llevó en hombros el féretro hasta el Cementerio General del Sur y los jardines del Ávila despojáronse de sus flores para la tumba del ilustre desaparecido y las lágrimas de dolor corrieron incontenibles y copiosas como la mejor y más pura ofrenda a su memoria”.

En la foto Rómulo Gallegos antes de ser presidente electo más de dos décadas después en 1947

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