Por Susana Crowley
La Revolución Conceptual
El movimiento conceptual cambió por completo la forma de expresar y entender el arte. Privilegiar la idea o el concepto sobre el objeto físico amplió las posibilidades de expresión.
Por primera vez, el espectador dejó de ser pasivo: su participación era necesaria para completar la obra. Este avance se lo debemos a Marcel Duchamp, quien con sus ready-mades convirtió objetos ordinarios en extraordinarios.
La evolución conceptual transformó al objeto de admiración en sujeto de estudio, donde su presencia se percibe como parte de un sistema mayor.
Del Cubo Blanco al Laboratorio de Ideas
Adoptadas las ideas de Duchamp por las escuelas norteamericanas, el arte devino un laboratorio de ideas, más que una ventana al mundo.
Las contribuciones de Joseph Albers, Sol LeWitt y Joseph Kosuth añadieron emoción y significado, aunque la tendencia hacia formas seriales frías llevó al conceptualismo a perder parte de su calidez emocional.
El cubo blanco se convirtió en el sitio ideal para exponer estas ideas: un espacio neutro e impoluto que alejaba la creación de su humanidad.
El Conceptualismo como Commodity
Las galerías de la era conceptualista se transformaron en templos del arte, donde la relación con el poder económico es clave. La ostentación, el prestigio y los “big names” dominan el mercado, mientras obras como cajas vacías, archiveros o latas generan largas listas de espera.
Así, el conceptualismo pasó de ser experimental a convertirse en mercancía, fascinante y polémica, pero cada vez más dominada por el comercio.
El Arte y el Neoliberalismo
El conceptualismo se consolidó como herramienta neoliberal: galeristas, coleccionistas, curadores y críticos participan en la mercantilización del arte.
Hoy, con la difusión masiva en redes sociales, las piezas se valoran primero por su capacidad de impactar en Instagram. Las galerías y museos se rigen por gustos y caprichos económicos, dejando a un lado la inversión pública y la sensibilidad cultural.
Mirada Global y Diversidad
El enfoque neoliberal ha desplazado la atención hacia historias conmovedoras de pobreza, migración, guerra, desastres ecológicos, y la riqueza cultural de nativos, mujeres e indígenas.
El riesgo es que el arte alternativo se banalice si se adapta a modas pasajeras y a la lógica de los mercados elitistas.
Contracultura como Oportunidad
A pesar de todo, la contracultura ofrece una oportunidad para restituir el verdadero poder del arte: hablar de lo que importa, de la memoria, de la justicia, sin prostituir la creación en el proceso.