Pareja arrestada en Venezuela por falsificar obras de Carlos Cruz-Diez
Falsificar a Cruz-Diez: un delito contra la cultura
En el estado Miranda, cercano a Caracas, una pareja fue detenida por el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) tras ser acusada de falsificar y comercializar obras atribuidas al artista cinético venezolano Carlos Cruz-Diez, uno de los referentes más importantes del arte óptico y cinético del siglo XX.
Según explicó el comisario Douglas Rico, el hombre había dedicado tiempo a estudiar minuciosamente la obra del maestro para reproducirla con notable precisión. Con ayuda de una mujer, presentaban las piezas como originales, alegando que provenían de una supuesta herencia familiar. Algunas de estas obras falsas fueron vendidas por hasta 90.000 dólares. El dinero, según reveló la investigación, fue gastado en juegos de azar, siendo completamente perdido.
Durante el operativo, las autoridades incautaron diversas evidencias: dos réplicas de obras tituladas Fisicromía, 28 frascos de pintura, pinceles, recortes de cartón, estuches de óleo, documentos de traspaso, y un comunicado emitido por la Fundación Carlos Cruz-Diez que certificaba la falsedad de las piezas.
Este caso, más allá del fraude económico, constituye un atentado simbólico contra la memoria artística y el patrimonio cultural de Venezuela. Falsificar una Fisicromía no es simplemente imitar una técnica; es intentar apropiarse de una visión que revolucionó la percepción del color y el movimiento en el arte contemporáneo.
Cruz-Diez, radicado en París desde 1960 hasta su fallecimiento en 2019, fue un pionero en transformar la luz y el color en experiencias dinámicas y autónomas. Su obra va mucho más allá de lo visual: es una exploración profunda de la percepción, el tiempo y la interacción entre espectador y entorno.
La falsificación de su legado afecta no solo a coleccionistas e instituciones, sino al tejido cultural mismo. En un mercado del arte ya afectado por la especulación y la opacidad, la circulación de obras falsas erosiona la autenticidad y alimenta la desinformación.
Por ello, más allá de la necesaria sanción penal, este caso debería servir como punto de partida para reforzar la educación visual, apoyar a las instituciones que protegen el legado de artistas como Cruz-Diez y fomentar una cultura de respeto y responsabilidad en torno al arte. La falsificación no solo es un crimen económico; es una forma de violencia simbólica que borra la memoria, distorsiona la historia y empobrece el espíritu colectivo.