Judith Lauand La Dama Del Arte Concreto
Judith Lauand, una de las artistas brasileñas más importantes del siglo XX, dedicó su vida a la pintura.
Nacida en el interior de São Paulo en la década de 1920, se formó en la Escuela de Bellas Artes de la ciudad. Sus primeras obras, figurativas e influenciadas por el expresionismo, evolucionaron hacia la abstracción y, finalmente, al arte concreto.
A principios de la década de 1950, Lauand mostró un creciente interés por el color y sus pulsaciones ópticas. Este interés la llevó a abrazar el arte concreto, un movimiento que buscaba crear obras de arte que fueran puramente visuales y abstractas.
En 1955, Lauand se convirtió en miembro del Grupo Ruptura, un grupo de artistas paulistanos que fueron pioneros del arte concreto en Brasil. El grupo, que también incluía a artistas como Waldemar Cordeiro, Luiz Sacilotto y Geraldo de Barros, buscaba crear un arte que fuera moderno y relevante para la sociedad brasileña.
Lauand fue una de las pocas mujeres que participaron en el Grupo Ruptura. Su trabajo, que a menudo presentaba formas geométricas de colores brillantes, la ayudó a ganar reconocimiento internacional como una de las principales artistas concretas del mundo.
A lo largo de su carrera, Lauand experimentó con diferentes estilos y técnicas. En la década de 1960, volvió a la figuración, incorporando elementos pop y expresionistas a su trabajo. En la década de 1970, regresó al arte concreto, pero con un enfoque más informal.
En los últimos años, Lauand ha continuado experimentando con diferentes formas y colores. Su trabajo sigue siendo relevante y emocionante, y es un testimonio de su compromiso con el arte y la creatividad.
En los últimos años, Lauand ha continuado experimentando con diferentes formas y colores. Su trabajo sigue siendo relevante y emocionante, y es un testimonio de su compromiso con el arte y la creatividad.
Uno de los exponentes más importantes de la producción artística brasileña de la segunda mitad del siglo XX, Judith Lauand convirtió la pintura en su vida.
Nacida en el interior de São Paulo en la década de 1920, se formó en la Escuela de Bellas Artes y, a partir de ahí, su carrera avanzó y se expandió. Sus obras, al principio figurativas e influenciadas por el expresionismo, se volvieron abstractas y luego, concretas.
A principios de la década de 1950, Judith Lauand mostró un creciente interés por el color y sus pulsaciones ópticas, culminando en el Concretismo. De hecho, esta es la expresión más fuerte de su trayectoria artística, hasta el punto de hacerla reconocida mundialmente como dama del arte concreto brasileño.
Este proceso comienza en 1955, cuando es invitada a formar parte del grupo de artistas paulistanos Ruptura y se convierte en figura destacada en la fundación del Movimiento Concreto, siendo, incluso, la única mujer en integrar el grupo. Participa de la icónica Exposición Nacional de Arte Concreto del MAM – Museo de Arte Moderno de São Paulo, en 1952.
El Movimiento Concreto pretendía abolir de la pintura cualquier connotación simbólica o lírica. Los cuadros deberían contener solo planos y colores. El mismo camino seguía la poesía concreta, pareja de las artes visuales, teniendo en Décio Pignatari y los hermanos Haroldo y Augusto de Campos sus principales representantes.
En una entrevista concedida al diario de la Asociación Brasileña de Críticos de Arte, en el año 2011, Judith Lauand dijo: “Yo tenía conciencia de que hacíamos algo nuevo, que no existía. Que estábamos construyendo la base de un movimiento nuevo”. La propia artista cita como sus referencias: “Malevitch por el pensamiento matemático, Mondrian por sus estructuras, Paul Klee por el lirismo, Modigliani por la ternura, Marcel Duchamp por la amplitud de visión, con una obra que nunca se repetía. Y Josef Albers porque tiene en el color su principal expresividad…”.
Judith Lauand permanece durante años fiel a su postura y trayectoria concretistas. Su obra en esta fase tiende a la perfección en la composición, en el refinamiento del color y en el equilibrio gráfico, conseguidos a través de constantes investigaciones. Ejerce la énfasis en la geometría con rigor, en líneas y formas esparcidas en el lienzo de forma rígida, casi matemática.
La artista, aunque en la búsqueda de la razón geométrica, poco a poco, a diferencia de los otros miembros del grupo Ruptura, va subvertiendo sus propios trabajos con “licencias poéticas”.
A finales de la década de 1960, la artista retoma la figuración, ahora más libre y menos rígida. Incorpora a sus trabajos elementos pop y resalta la función social del arte, evidenciando una postura política y feminista, que reafirma su papel de vanguardia.
A principios de la década de 1970, retoma la producción de trabajos de esencia abstracta geométrica, transitando entre esta y un abstraccionismo más informal.
Su obra en los años siguientes se adentra por otros caminos, experimentando la asimetría. En ella, el lado geométrico de la composición da lugar a una nueva dismetría, en la que la artista rompe la rigidez y subverte lo concreto, a veces haciendo uso de formas redondeadas. Su declaración “no hace falta ser cuadrado para ser concreto” suma ruptura a ruptura.
La trayectoria singular de Judith Lauand se desarrolla con participaciones en cinco bienales de São Paulo y en varias exposiciones nacionales e internacionales.
Hasta hoy, con 92 años, su trabajo se muestra con destaque en el circuito internacional de artes, como la exposición reciente en la Stephen Friedman Gallery en Londres, ocurrida en 2013. Las obras de la artista están presentes en los museos más importantes de Brasil, además de museos internacionales, como el Musée de Grenoble, en Francia, y el Museum of Fine Arts, en Houston, EE. UU.
En esta exposición promovida por el 44º Chapel Art Show, que contempla pinturas, serigrafías y xilografías, las obras de la artista muestran, con delicadeza y audacia en las formas, las diferencias básicas entre la línea y el plano, siempre a través de mucho color.
El trabajo de Judith Lauand posee sí un enfoque matemático y racional, pero con alma, rigor y poesía, que captan nuestra mirada y nos encantan. Las palabras, claro, no sustituyen la apreciación de las obras.