El valor de la palabra poética en la saga

El valor de la palabra poética en la saga, Eduardo Planchart Licea, curador y crítico de arte
El valor de la palabra poética en la saga, Eduardo Planchart Licea, curador y crítico de arte

El valor de la palabra poética en la saga

Por Eduardo Planchart Licea, curador y crítico de arte

Snorri creó un género literarios llamado saga, inspirado por la tradición oral para narrar en épicas escritas las aventuras de estos pioneros de la navegación.

Snorri creó un género literarios llamado saga, inspirado por la tradición oral para narrar en épicas escritas las aventuras de estos pioneros de la navegación, entre ellas se encuentra la saga de “Egil Skallagrinsson”, es una de las obras maestras de la literatura islandesa medieval.

Escrita entre en el siglo XII, narra la vida del vikingo y poeta Egil. En ella devela la esencia del espíritu y peculiaridades de su épico y el alto valor que le daban a la palabra poética, algunas de estas creaciones islandesas crearon ficciones como es el ciclo arturiano.

Los personajes de las sagas, palabra que se podría traducir como contar o narrar, creen y dan la vida por ella, pues representa la verdad como verdad obligante, en donde lo dicho y afirmado dirige y determina la conducta.

Es el poder de la palabra como verdad, también se encuentra en otras culturas donde tiene un valor primordial, y también brotan en un contexto bélico con carácter épico como se narra en el Mahabharata en la cruenta guerra entre primos: Los Pandavas y Kuravas, y en ese contexto se crean uno de los textos más espirituales de la humanidad como es el Bagavad Gita, conocida como ética de la acción desinteresada.

Y esto no es casual, investigadores de la talla de Georges Dumezil crearon la hipótesis de que los indoeuropeos y que tanto los Hindúes como los nórdicos y germanos tiene una cultura ancestral común, y para demostrar escribió el maravilloso trabajo publicado en tres tomos Mito y Epopeya para sustentar estas ideas, que han logrado aceptación en el medio académico.

Los personajes de la saga creen en la palabra, como un realidad ética y real, en la saga de Egil S., la hipocresía, la mentira no tienen lugar, aunque en su panteón de dioses Loki representa la viveza, la triquiñuela por eso es engañosa, hipócrita y en ocasiones ingenioso para hacer sus maldades, por eso era despreciado hasta cierta forma en esta religión germánica, su acto más ruin fue planear el asesinato de Balder, deidad que representaba la paz, la armonía en este panteón, por tanto no existe una deidad que represente estos valores éticos entre los nórdicos y germanos.

La palabra poética en la saga se encuentra tramada con la verdad, y cualquier sacrificio es válido para convertirla en una realidad, en uno de los poemas de esta saga Egil afirma:

“Odin el guerrero/ habituado al combate,/ me concedió un arte./ Perfecto y sin tacha,/ que obliga al enemigo/ a descubrir sus tretas,/ tal es la fuerza de la poesía”.

Entre estos hombres rudos y sensibles, que vivieron entre el mar, el frío, glaciales y erupciones volcánicas, situaciones demasiado contrastantes por eso no es de extrañar que en su civilización nacieron metáforas poéticas que sorprenden por su belleza, como: el zumo del pecho, el néctar de Odin para referirse a la poesía; destructor de mástil, enemigo helador para las tormentas; cisne del mar, corcel de las ondas, hoja lanceolada que flota, para hacer referencia a sus ágiles y bellos barcos que lograron incluso llegar al nuevo continente antes que Colón pero no lograron esas nuevas tierras que se convirtieron en leyendas, bajo el mando de Leif Erikson, hijos de Eric el rojo en el siglo X.

Lo genial de la saga de Egil es que en ella estamos, ante un claro sentido de lo poético, en su verbo no hay dudas, ni titubeos. La poesía arrastra consigo la vida y la verdad, no encontramos en ella la sombra de la mentira, ella muestra el rostro del corazón y la realidad.

Es la poesía como sentido al existir, por tanto posee un sentido existencialista y sacro, que se muestra rotundamente en Egil S. ante el dolor que lo domina por la muerte de su Hijo:

“La lengua se resiste/ alzarse en mi boca,/no pudo levantar/ la balanza del verso;/ en el néctar de Odin,/ no es fácil que surja/ de su hogar en mi pecho.”

Sólo logra calmar su angustia y dolor a medida que compone el poema, como narra Snorri Sturlusson: “Cuando terminó Egil Skallgrimnsson el poema, lo recitó ante Agerd y Thorgerd y la familia: se levantó entonces de la cama y se sentó en el escaño de honor, y la quietud volvió a su corazón; llamó este poema “Pérdida irreparable de los hijos”.

Más tarde mandó el padre hacer un funeral para su hijo según las antiguas costumbres en un ágil bote poso su cuerpo, lo incendio y lo lanzó a la mar para que esta lo abrazara. Y cuando volvió a su casa lo despidió con obsequios a sus mejores amigos.

Se está ante la poesía no solo como verdad sino como catarsis, este sentido se encuentra asociado a como Odin obtuvo el néctar de las runas, la magia, y el poder de las palabras, episodio que es descripto en las profecías del Voluspa en las Eddas, así como el Valhalla palacio donde vive Odin con más aguerridos guerreros muertos en batallas y llevado a ese sacro lugar por las Valquirias, por eso morir valientemente era considerada un honor en esta visión del mundo descrita también por Snorri S.

El dios de la profecía obtuvo estos dones al sacrificar uno de sus ojos a la fuente de Mimir, sacrificándose a sí mismo para que las runas llegaron a él tras nueve días, número asociado simbólicamente a la gestación: “ Yo se que colgué del árbol batido por los vientos/ nueve noches enteras,/ herido de venablo y sacrificado./ Yo a mismo a mí mismo.

No me dieron pan, ni hidromiel,/ aceche debajo de mí./ Hice subir las runas, lo hice llamándolas por mi dolor,/ y entonces caí del árbol.”

El poder del verbo profético fue obtenido por el sacrificio de sí, por esto este don es capaz de exorcizar el dolor del ser. Difícilmente se encontrará un ejemplo más rotundo del aprecio a la palabra poética, que el episodio en que Egil Skallagrimsson salvó su vida gracias a un poema.

Debido a una tormenta se vio obligado a llegar a las costas de los dominios de uno de sus peores enemigos, el rey Eirik, y se le dio el don antes de ser ejecutado de hacer un drapa, osea un poema de veinte estrofas que tituló: El Rescate de la Cabeza, y su enemigo quedo tan satisfecho del poema que le perdonó la vida, en que otro contexto literario se podrá encontrar un testimonio más elocuente y conmovedor del amor a la palabra poética, tras oírlo su enemigo dijo: “Está vez Egil te regalo tu cabeza, pues la pusiste a mi merced y no quiero cometer un crimen en ti, tras oír el drapa.

A lo que él poeta y destructor de mástiles respondió:

“No me incomoda/ que aunque yo sea feo/ me regale el rey/ el yelmo de apoyo de mi cuerpo (Cabeza)…

Bibliografía:

Sturlusson, Snorri. Saga de Egil Skallagrimson. Editora Nacional. España. 1993.

Sturlusson, Snorri. Textos mitológicos de las Eddas. Ediciones Nacional. España. 1982

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