Sonia Navarro: Tejiendo Fronteras y Territorios en la Sala Alcalá 31

La Sala Alcalá 31, faro del arte contemporáneo madrileño, nos invita hasta el próximo 6 de julio a sumergirnos en el universo de Sonia Navarro con “Fronteras y Territorios”. Esta exposición, la primera individual de la artista murciana en una institución madrileña, es un viaje fascinante a través de más de tres décadas de creación, donde el textil se erige como protagonista indiscutible, aunque dialoga con maestría con la escultura, la pintura, el collage, la fotografía y las instalaciones.

Perez Art Museum PAMM
Pérez Art Museum Miami

Desde el primer paso en la sala, uno se siente envuelto en una trama compleja y emotiva. La habilidad de Navarro para transformar la costura en un lenguaje artístico propio es inconfundible. Telas, patrones, costuras e hilos no son meros materiales, sino los elementos esenciales de un vocabulario que la artista ha cultivado a lo largo de su carrera. Es un testimonio palpable de cómo lo que muchos considerarían un “oficio menor” se eleva a la categoría de alta expresión artística.

La muestra nos invita a reflexionar sobre la profunda conexión de la artista con sus raíces. Sonia Navarro reivindica la tradición y la artesanía, un eco de sus abuelas bordadoras, quienes le transmitieron no solo una técnica, sino una forma de vida dedicada y sacrificada. Pero esta exposición es mucho más que un tributo al pasado. Es un grito contemporáneo, una voz que defiende el feminismo a través de la autonomía de la mujer en los oficios tradicionales y que alza la bandera de la lucha climática. La presencia del esparto y los materiales de desecho no es casual; es un compromiso visible con la sostenibilidad y un recordatorio de la fragilidad de nuestro entorno, especialmente frente a la desertización.

Una de las piezas más conmovedoras, que domina la planta inferior de la Sala Alcalá 31, es un imponente tapiz de lana. Sus retazos provienen de una antigua fábrica de Lorca, superviviente del terremoto de 2011, cargados de una historia y una resiliencia que se entrelazan con la memoria colectiva. A su lado, grandes piezas de esparto desafían la gravedad al elevarse sobre los muros, ganando una ligereza simbólica que contrasta con la dureza de su origen. Navarro nos explica el valor de este material, desde la sabiduría ancestral de quienes lo recogen en el campo hasta la labor de las mujeres que lo trabajan con sus propias manos, un proceso arduo que ella abraza y donde “encaja”.

“Fronteras y Territorios” es un diálogo constante entre lo tradicional y lo contemporáneo. Cada obra es una invitación a explorar las múltiples capas de su significado, desde la forma hasta el contenido narrativo, que a menudo se entrelaza con la memoria personal de la artista. Las referencias a su hermano, cuya tetraplejia le impedía el movimiento, se manifiestan en piezas como muletas elaboradas con materiales blandos o un maniquí de extensos brazos metálicos, que transmiten la necesidad de abrigo y la imposibilidad del movimiento, pero también la resiliencia del espíritu.

No podemos dejar de mencionar los “vestidos-jaula”, situados en el centro de la planta inferior. Estas esculturas textiles, con sus cuellos altos, evocan la inmovilidad y las circunstancias de mujeres de siglos pasados que se veían abocadas a la vida religiosa. En contraste, un vestido colorido y unas sandalias, usadas por la artista en una performance, simbolizan la inmovilidad de la mujer en la sociedad en contextos específicos, invitando a la reflexión sobre las ataduras invisibles.

La reinterpretación de las jarapas es un ejemplo sublime de cómo Navarro dignifica lo desechado. Utilizando restos de algodoneras, sin poder elegir colores ni medidas, tal como lo hacían sus abuelas con harapos, la artista encuentra una belleza intrínseca en el aprovechamiento y la escasez.

La exposición también nos revela la audacia de Sonia Navarro al incorporar una máquina de coser industrial a su trabajo, adquisición posible gracias a uno de sus primeros premios. Esta herramienta abrió una nueva era en su producción, permitiéndole trazar los estratos de ciudades como Roma con hilo bordado a mano, incluso cuando una beca la llevó lejos de su máquina.

En la planta superior, la muestra continúa sorprendiéndonos con nuevas exploraciones de materiales, como el PVC, que evoca las abstracciones de José Guerrero y Miguel Ángel Campano, o el caucho y el fieltro dispuestos sobre lanas españolas y portuguesas. Los fragmentos propios de la actividad manual, con hilos colgando, son una constante que celebra el proceso y la autenticidad. Un tríptico, inspirado en un texto sobre el misticismo, nos remite a la paleta de Velázquez, Zurbarán y Goya, siempre desde el retazo y el homenaje a los desechos textiles. De hecho, uno de sus Premios BMW de Pintura fue otorgado a una de estas piezas, demostrando que la pintura no siempre requiere de un pincel.

Sonia Navarro, con su profundo respeto por los artesanos y su compromiso con la preservación de oficios ancestrales, colabora con talabarteras y bordadoras, consciente de que, cuando un taller cierra, rara vez vuelve a abrir. Sus piezas “La vida quieta” y “La vida inquieta”, que incorporan correas elaboradas por una talabartera de su pueblo, son un conmovedor tributo a la lana española y portuguesa, un material con un pasado glorioso que hoy enfrenta un futuro incierto.

“Fronteras y Territorios” no es solo una exposición; es una experiencia que nos invita a explorar la memoria, la identidad, la tradición y la contemporaneidad a través de los ojos de una artista que ha encontrado en los patrones, los hilos y los desechos una forma de expresar su mundo y conectar con el nuestro. Una visita imprescindible que teje la historia personal con la colectiva, y que nos hace pensar en las infinitas formas en que el arte puede reflejar y transformar la realidad.

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Sonia Navarro
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