Olga de Amaral: Materia suspendida, luz encarnada

Olga de Amaral: Materia suspendida, luz encarnada

En la obra de Olga de Amaral, los materiales no solo son medios: son lenguajes. En sus manos, la fibra se convierte en palabra, el oro en respiración, y el tejido en un espacio donde habita el silencio. Su práctica, a lo largo de más de seis décadas, ha hecho del hilo un instrumento de pensamiento y del arte textil una forma de revelación.

Más allá de lo que los ojos ven —superficies doradas, estructuras suspendidas, texturas casi minerales—, su obra construye una geografía interior que se despliega en capas: memoria, tiempo, intuición. Amaral no representa el paisaje; lo contiene. No borda símbolos; los deja emerger.

Textiles que habitan el espacio

Desde sus piezas colgantes de gran formato hasta los “mantos” que desafían la gravedad, Amaral diluye las fronteras entre objeto, instalación y arquitectura. En lugar de ocupar el espacio, lo transforman. Cada obra es una atmósfera: una nube de luz, un muro tejido, una sombra dorada que flota entre la tierra y lo etéreo.

Las series “Brumas” y “Alquimia” no son solo nombres poéticos, sino experiencias espaciales. Las “Brumas” no imitan la niebla: la encarnan. Se suspenden como pensamientos densos, hechos fibra. “Alquimia” no alude a una metáfora decorativa, sino al acto profundo de transformar la materia en sentido, lo material en contemplación.

Lo precolombino como visión, no como cita

Lo indígena, lo ancestral, lo precolombino, no aparecen en su obra como ornamento ni como nostalgia. Amaral no cita; convoca. Hay en sus piezas un entendimiento profundo del oro como símbolo espiritual —no de poder colonial, sino de comunión cósmica. En este sentido, su trabajo se vincula más con el ritual que con la estética.

El uso de la hoja de oro, tan presente en su producción, no embellece; ilumina desde adentro. Refracta y absorbe, como si la luz formara parte del tejido emocional del objeto. A través del oro, Amaral conecta las tradiciones de lo sagrado con una sensibilidad contemporánea que no teme al misterio.

Entre lo inasible y lo exacto

Lo más radical de la obra de Amaral no es su innovación formal —aunque es indudable—, sino su capacidad para hablar de lo intangible con una precisión que solo otorga la experiencia. Cada fibra anudada, cada capa de gesso, cada superficie dorada parece decir: “esto no es solo lo que ves”. La artista construye presencias. Y cada presencia tiene su tiempo, su aliento.

Sus obras nos enfrentan a preguntas sin respuesta inmediata: ¿cómo se toca el tiempo?, ¿cómo se observa una emoción?, ¿cómo se escucha el silencio de la materia?

Olga de Amaral no hace tapices. Crea umbrales.

El impacto de su retrospectiva internacional —desde el ICA Miami hasta el Fondation Cartier— confirma lo que el mundo del arte ya sabía desde hace décadas: que Olga de Amaral no pertenece a una sola categoría. No es solo textil, ni solo escultura, ni diseño. Es todo eso y, al mismo tiempo, otra cosa.

Su arte es umbral: entre lo visible y lo invisible, lo antiguo y lo contemporáneo, lo funcional y lo espiritual. Cruzarlo es entrar en una dimensión donde la materia habla un lenguaje olvidado, pero aún vivo. Y donde el arte, por fin, no explica. Solo revela.

Olga de Amaral nació como Olga Ceballos Vélez en Bogotá, Colombia (nacida el 14 de junio de 1932), donde continúa viviendo y trabajando. Estudió Dibujo Arquitectónico en el Colegio Mayor de Cundinamarca en Bogotá, y en 1952 viajó a Estados Unidos para estudiar textiles en la Cranbrook Academy of Art, cerca de Detroit, Michigan.

Para la década de 1960, ya era profesora en la Haystack Mountain School of Crafts en Maine y participó en una exposición colectiva en el MoMA de Nueva York titulada Wall Hangings, antes de realizar una muestra individual titulada Woven Walls en el Museum of Arts and Design de Nueva York en 1970.

Tras vivir en Barcelona y París a inicios de los años 70, regresó a Colombia, donde representó a su país en la Bienal de Venecia en 1986 y recibió su primera gran exposición retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de Bogotá en 1993.

Su obra forma parte de importantes colecciones en todo el mundo, incluyendo el Art Institute of Chicago (Chicago, IL, EE.UU.); el Blanton Museum of Art (Austin, TX, EE.UU.); el Cleveland Museum of Art (Cleveland, OH, EE.UU.); el Cranbrook Art Museum (Detroit, MI, EE.UU.); el De Young Museum (San Francisco, CA, EE.UU.); el Metropolitan Museum of Art (Nueva York, NY, EE.UU.); el Museum of Arts and Design (Nueva York, NY, EE.UU.); el Museum of Fine Arts (Houston, TX, EE.UU.); el Museum of Modern Art (Nueva York, NY, EE.UU.); el Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris (París, Francia); el Museo Nacional (Bogotá, Colombia); el American Craft Museum (Nueva York, NY, EE.UU.); el National Museum of Modern Art (Kioto, Japón); la Rhode Island School of Design (Providence, RI, EE.UU.); el San Antonio Museum of Art (San Antonio, TX, EE.UU.); el Toledo Museum of Art (Toledo, OH, EE.UU.); y la Tate Collection (Londres, Reino Unido).

Printing shop in Kendall, FL
Printing service