MUSEO “QHIPUKAMAYOC”

El Museo Qhipukamayoc, ubicado en el distrito de Pisac, CU-112 112, Cusco 08105, Peru, ofrece una fascinante exposición dedicada a los quipus y las yupanas, herramientas fundamentales para la contabilidad y la organización en el Tahuantinsuyo. A través de su recorrido, comprenderemos su uso en la sociedad inca y nos adentraremos en la riqueza del pensamiento andino. Sin duda, es un espacio único que nos invita a descubrir y revalorar este legado ancestral, y que merece ser visitado por todos.

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A unos 30 km del Cusco, en el corazón del Valle Sagrado de los Incas, se encuentra el poblado de Pisac, un enclave que no solo es notable por su belleza, sino también por su riqueza histórico-cultural. El Parque Arqueológico de Pisac constituye uno de los centros ceremoniales y administrativos más importantes del mundo andino, testimonio del sofisticado orden social, espiritual y político que estructuraba la civilización inca.

En la comunidad de Cuyo Chico, en dirección al parque arqueológico, se halla el Museo Kipucamayoq. Este espacio es clave para comprender los sistemas de registro y transmisión de información en los Andes prehispánicos. La exposición que alberga permite aproximarse a los kipus y yanas —instrumentos que, mucho más que simples contadores, constituyen una manifestación del pensamiento andino, su memoria colectiva y su estructura social—.

Khipu: El “Nudo” que Tejía el Imperio Inca

Imagina un sistema de escritura tan ingenioso que no necesitaba tinta ni papel, y que podía ser transportado con la facilidad de un ovillo de lana. Así era el khipu, una palabra quechua que significa precisamente “nudo”. Este antiguo vocablo nos da la clave de uno de los métodos de registro y comunicación más fascinantes de la historia: un sistema de cordeles anudados mediante el cual la vasta civilización inca tomaba nota de todo tipo de información.

Los khipus eran, en esencia, archivos de información portátiles. A través de la compleja disposición, tipos y colores de los nudos en sus cuerdas, los incas registraban desde censos de población y conteos de cosechas hasta quizás narrativas históricas o leyes. Cada nudo, cada giro, cada cuerda de color, tejía una parte del conocimiento de un imperio sin una escritura alfabética. Este sistema, tan simple en su materialidad como complejo en su codificación, es un testimonio asombroso de la capacidad humana para organizar y preservar la información, y aún hoy, sigue revelando los secretos de una de las grandes civilizaciones andinas.

Desde hace tres años, el museo ha centrado su investigación en los diversos instrumentos que la élite administrativa inca empleaba para gestionar el vasto Tahuantinsuyo. La curaduría incluye materiales que formaban parte de la educación en los yachayhuasis, espacios de instrucción destinados a los hijos de la nobleza, donde no solo se aprendía a gobernar, sino también a comprender las relaciones entre economía, sociedad y cosmos a través del kipu y la yupana.

Los kipus, elaborados con cordones de diversos colores y complejos nudos, constituían un sistema semiótico que codificaba datos numéricos y narrativos. La gama cromática —carmesí para el Inca, pardo para la nobleza, morado para los curacas, blanco para la plata y verde para la esmeralda— servía para clasificar los ámbitos sociales y naturales que sostenían la economía y la cosmología andina. Así, los kipus funcionaban como registros contables y, a la vez, como dispositivos simbólicos que daban cuenta de censos, recursos mineros, rebaños de camélidos y más, entrelazando lo cuantitativo y lo cualitativo.

Complementaria a los kipus, la yupana —un ábaco andino que opera mediante semillas o guijarros dispuestos en un patrón geométrico— permitía realizar cálculos aritméticos que sustentaban la organización administrativa del Imperio. Cada color (rojo para decenas, verde para unidades, azul para centenas y negro para millares) facilitaba comprender visualmente los sistemas numéricos que rigieron las transacciones económicas y sociales del mundo incaico.

Los visitantes del museo tienen la oportunidad de interactuar con reproducciones fieles de estos dispositivos. Por ejemplo, mediante la yupana se les invita a resolver ejercicios que ilustran la suma de poblaciones o recursos entre comunidades, tal como habría hecho un kipucamayoq para mantener al día los inventarios de su ayllu o región. De este modo, no solo se entiende la técnica, sino que también se accede a una forma particular de percibir y organizar el tiempo, el trabajo y los recursos en los Andes.

Asimismo, la exposición muestra cómo los chasquis —corredores del Imperio— llevaban kipus como parte de su equipamiento para transmitir información cifrada entre los diversos suyos, utilizando un lenguaje numérico y cromático estandarizado. Una escena emblemática es la que representa Guamán Poma de Ayala, en la que un kipucamayoq rinde cuentas a una autoridad inca, subrayando el rol central del kipu como herramienta de gobernanza y memoria histórica.

Finalmente, el museo también incluye una colección de chaquitacllas y otras herramientas agrícolas, que dan cuenta del profundo conocimiento ecológico que los pueblos andinos desarrollaron para cultivar en una geografía tan desafiante. Por todo ello, la visita al Museo Kipucamayoq es una invitación a comprender los logros técnicos y simbólicos que sostuvieron a una sociedad capaz de integrar vastos territorios y diversos pueblos a partir de una red de saberes profundamente interconectados.

En suma, el recorrido por este museo permite revalorar la herencia cultural andina en su dimensión más profunda, como una tradición viva que invita a reflexionar sobre los sistemas de conocimiento que hicieron posible la expansión y cohesión del Tahuantinsuyo.

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