Cristina Hauk, La trama y la estructura
Por Lic.Adriana Laurenzi
Wasmes, junio de 1879, Vincent Van Gogh le escribe a Théo;
No conozco mejor definición de la palabra arte que ésta: “El arte es el hombre agregado a la naturaleza”; la naturaleza, la realidad, la verdad, pero con un significado, con una concepción, con un carácter, que el artista hace resaltar, y a los cuales da expresión, “que redime”, que desenreda, libera, ilumina.
Un cuadro de Maule o de Maris o de Israels dice más y habla más claramente que la misma naturaleza.
En estas pocas líneas Van Gogh profundiza sobre la naturaleza del arte y del hombre como solo puede hacerlo un hombre sabio.
Las cosas están allí, todos podemos verlas. El verde de las hojas, las ondas del agua de un arroyo, las espigas de trigo en el campo arado. Están a la vista de todos, pero sólo se hacen presentes a la conciencia cuando las nombramos. En el caso de las artes plásticas es la imagen la que habla, cuando verdaderamente nos habla.
A esta definición del arte podemos suscribir la búsqueda de una artista como Cristina Hauk quien también parte de la naturaleza para nombrarla con el color y la forma. Para redimirla y liberarla. Para tejer una trama, una urdimbre, con la huella que deja el pincel, escribiendo, como una arañita su propia historia. Para entender y ser con la naturaleza, las cosas y los hombres. A la naturaleza se la puede nombrar representándola o como nos ha legado el arte moderno, evocándola en formas geométricas o abstractas.
La obra de Hauk articula constantemente dos niveles: la pura intuición, expresada en su natural manejo del color y la construcción de formas, generalmente de tramas que parecen descubrir, debajo de las apariencias fenoménicas, la esencia estructural de la vida en temáticas tales como las plantas, los animales, los paisajes y estanques o las transparencias en el agua. En cuanto al lenguaje plástico su imagen parte siempre del mundo fenoménico, para no decir real o concreto, ya que nada es en verdad tan rotundamente real y concreto, fuera de este hombre que la nombra. Hauk parte de objetos o paisajes observados para luego trabajar con el lenguaje de los colores y las formas sin necesidad de responder a una visión descriptiva.
Utiliza el color como un elemento constructivo, liberado del color concepto o color local, para crear juegos de contrastes y formas que le dan a cada imagen un carácter propio, un clima emocional ligado a la temperatura de determinadas paletas.
La imagen fluctúa entre la referencialidad icónica y la abstracción, con total libertad.
La lectura de la misma no implica un compromiso intelectual, porque la puerta de entrada está en la sensibilidad de la pura visión. Su imagen no representa, presenta distintos climas; fondos de rojos sostenidos, profundos azules o verdes que fluyen a los ocres y luego, casi inmediatamente, vamos descubriendo que los mismos colores tejen tramas y estructuras rítmicas en forma de círculos o elipses, de rectas o de ángulos agudos, dibujan otras veces celdillas ortogonales.
Fluyen, porque las tramas nunca son rígidas ni geométricas. Como así, en el orden natural, los tejidos, o las estructuras orgánicas siguen el trazado de la escuadra.
Las tramas en la obra de Hauk se arman con la fuerza y emoción de quien parte de una mirada encantada frente a la naturaleza y a sus formas.
Se materializa en el color y también conforman un orden, una estructura que subyace como en la naturaleza través de un ritmo interno, en el latido silencioso de ese indescifrable sentido de la vida.
Mientras los modelos de la ciencia describen y analizan los fenómenos, el arte revela aquello que está un poco más allá de las palabras, Hauk ilumina el sentimiento que acompaña a la razón, y la sostiene.