Por: Susana Benko
La obra reciente de Lorena Morales nos hace pensar que finalmente encontró el camino hacia el hogar. Se trata de una metáfora, por supuesto, pero tiene mucho de realidad. En efecto, esta serie de piezas tridimensionales representan de manera explícita casas. No obstante, como su título indica, se trata del hogar como paradoja, idea que nos hace pensar que no siempre el hogar se identifica con estabilidad.
Estos constantes cambios de lugar ponen en entredicho la estabilidad del hogar. De algún modo ello se expresa en la ausencia de piso en estas casa-esculturas. Son huecas, modo de representar la carencia de un asentamiento definitivo. Cada una de las casas de la serie difiere de la otra, si bien mantienen por lo general mismo formato. Varían en el color, en los grafismos, en la ubicación o no de paredes translúcidas, en la necesidad de crear efectos de profundidad, y esta variedad se correlaciona en cierto modo con historias particulares, contextos culturales diferentes y cambios continuos que ha vivido la artista en los últimos años. Es necesario aclarar que el dato biográfico interesa tomarlo en cuenta pues, además del hogar –y de la necesidad de su construcción–, hay otro eje conceptual fundamental en toda la extensa obra de Lorena y es precisamente la memoria. Comprender la estrecha relación entre conceptos como ámbito o lugar, hogar y casa, además de los recuerdos –claros o desvanecidos–, permite apreciar de manera sensible, y a la vez con conocimiento, no sólo todas las etapas de la artista sino el porqué de sus procedimientos técnicos y formales. Ello es palpable desde Rediscovering Utopía, una de sus series iniciales, en la que el barrio o el cúmulo de casas se ven desbordadas de color, así como en series figurativas y abstractas cuya luminosidad y transparencia –luego de dominar el uso de pigmentos y sprays al reverso del plexiglás– generan efectos ópticos que, en el caso de Lorena, se asocian a la memoria y al paso del tiempo. Pienso en particular en series como R.u. linear y Urban Kaleidoscope en las que se combinan tramados lineales con elementos figurativos o en Shadows y Chromospheres, piezas claramente abstractas. En Flight Plan persiste asimismo una dinámica cinética que podríamos asociar a la idea de inestabilidad. Lo cierto es que lo móvil como los cambios de color, de luces y sombras se asocian con la aparición y desvanecimiento de la memoria. Igual proceso ocurre en los Cromolight según el desplazamiento del espectador. Se trata de una serie de carácter instalativo en la que la aparición y desaparición del color visto en tubos de plexiglás, implica por un lado cambio o transformación de la obra –condición propiamente cinética–, y, por otro lado, una correlación metafórica entre el color y la aparición y desaparición de imágenes de la memoria. Entendido esto, vemos entonces que cada casa de El hogar como paradoja presenta aspectos que la artista consideró –o descubrió– en estas series anteriores.
Uno de estos descubrimientos ha sido la posibilidad de generar espacios de luces y sombras mediante el soporte bidimensional que luego ella aplica a la versión tridimensional. El dominio de este procedimiento fue determinante para saber hasta cuándo intervenir o no una lámina de plexiglás. Descubrir estas cualidades y efectos, además de la línea (dibujada o pintada) como protagonista en casi todas las series, es sin duda un distintivo del cinetismo en la obra de Lorena. Adicionalmente, trabajar en ello sea mediante la abstracción como en la figuración pone en claro que ante todo priva el concepto –el hogar, la memoria– y son estos los motivos esenciales que crean un hilo conductor entre la variedad de soluciones técnicas y formales que maneja la artista. En el plexiglás, es evidente que la intervención pictórica como su contrario, la no intervención de algunas zonas, generan formas que se proyectan como sombras, así como efectos de aparente profundidad. Tales efectos son buscados asimismo en las casas volumétricas realizadas con plexiglás.
La paradoja, en este caso, resulta de una cadena de acontecimientos personales que se inicia con la partida del hogar originario: Maracaibo, ciudad que la artista recuerda en casi todas sus series, abstractas o figurativas, sea como cúmulos de casas, como foco constante de luz, precisamente porque Maracaibo es una ciudad de color y de sol radiante. Luego de la partida de su hogar, sucedieron otros viajes, otras estancias: Caracas, Paraguaná, Houston, Soyo (Angola) y de nuevo Houston: su actual hogar. En todos estos lugares el agua está presente: el mar Caribe, el Golfo de México, el río Congo. Luz y agua son dos elementos determinantes en la obra de Lorena Morales.
Estos constantes cambios de lugar ponen en entredicho la estabilidad del hogar. De algún modo ello se expresa en la ausencia de piso en estas casa-esculturas. Son huecas, modo de representar la carencia de un asentamiento definitivo. Cada una de las casas de la serie difiere de la otra, si bien mantienen por lo general mismo formato. Varían en el color, en los grafismos, en la ubicación o no de paredes translúcidas, en la necesidad de crear efectos de profundidad, y esta variedad se correlaciona en cierto modo con historias particulares, contextos culturales diferentes y cambios continuos que ha vivido la artista en los últimos años. Es necesario aclarar que el dato biográfico interesa tomarlo en cuenta pues, además del hogar –y de la necesidad de su construcción–, hay otro eje conceptual fundamental en toda la extensa obra de Lorena y es precisamente la memoria. Comprender la estrecha
relación entre conceptos como ámbito o lugar, hogar y casa, además de los recuerdos –claros o desvanecidos–, permite apreciar de manera sensible, y a la vez con conocimiento, no sólo todas las etapas de la artista sino el porqué de sus procedimientos técnicos y formales. Ello es palpable desde Rediscovering Utopía, una de sus series iniciales, en la que el barrio o el cúmulo de casas se ven desbordadas de color, así como en series figurativas y
abstractas cuya luminosidad y transparencia –luego de dominar el uso de pigmentos y sprays al reverso del plexiglás– generan efectos ópticos que, en el caso de Lorena, se asocian a la memoria y al paso del tiempo. Pienso en particular en series como R.u. linear y Urban Kaleidoscope en las que se combinan tramados lineales con elementos figurativos o en Shadows y Chromospheres, piezas claramente abstractas. En Flight Plan persiste asimismo una dinámica cinética que podríamos asociar a la idea de inestabilidad. Lo cierto es que lo móvil como los cambios de color, de luces y sombras se asocian con la aparición y desvanecimiento de la memoria. Igual proceso ocurre en los Cromolight según el desplazamiento del espectador. Se trata de una serie de carácter instalativo en la que la aparición y desaparición del color visto en tubos de plexiglás, implica por un lado cambio o transformación de la obra –condición propiamente cinética–, y, por otro lado, una correlación metafórica entre el color y la aparición y desaparición de imágenes de la memoria. Entendido esto, vemos entonces que cada casa de El hogar como paradoja presenta aspectos que la artista consideró –o descubrió– en estas series anteriores.
La línea, por otra parte, también adquiere poderosa presencia y significación. Aparece en casi toda su producción creativa y cumple igualmente una función particular tanto en sus casas volumétricas, como en obras transparentes bidimensionales y por supuesto, en los dibujos realizados sobre mylar (o láminas plásticas flexibles). Vemos tres comportamientos interesantes con la línea: por un lado, como elemento sustancial de su cinetismo: líneas seriadas de color trazadas sobre láminas de plexiglás. Asimismo, por la transparencia de este material, es como las pequeñas casas dibujadas proyectan sutiles sombras sobre la pared. Por último, las líneas sinuosas que traza sobre el mylar parecen enlazar “accidentes topográficos”, situaciones, historias o contextos. Son líneas continuas, de efecto orgánico, propias del dibujo a mano alzada. Enlazan hilos temporales, y también geografías. O para ser más precisa: con ellas Lorena crea sus propias cartografías. Su necesidad de fijación espacial la condujo a crear sus propios mapas al ver que en Soyo no existen. Los dibujos de la serie Embracing se destacan por la extraordinaria soltura gráfica en los que se perciben tanto los caminos recorridos como el fluir de las aguas, por ejemplo, del río Congo. Misma conducta está en otra serie alusiva a Venezuela, My other home. La fluidez lineal alude a las corrientes de las aguas como a las de la memoria, a la pertenencia a la tierra y a la vez a su volubilidad. Aparece de manera consistente en estas series, como en instalaciones y, por supuesto, en determinadas casas de El hogar como paradoja.
Por otra parte, el uso de la “costura” une los elementos constitutivos de las casas, manera de “construir” tanto sus “tejidos” –paredes– transparentes como opacos. Coser es también hilar el pensamiento. Mucho más durante un año de confinamiento en el hogar. I am here es una frase que señala su necesidad de estar. Es una sentencia que demarca su espacio, su necesidad de pertenencia. Aparece en instalaciones hechas con material plástico reciclado e intervenido con sus grafías lineales como leit-motif de sus casas construidas. Como Penélope o Ariadna, Lorena pacientemente crea sus hilados, y con ellos, sus casas.
Crea sus escondrijos de luces y sombras y en medio de ellos acopla sus pensamientos. Tanto aquellos casi desvanecidos en el recuerdo como los de ahora, concretos, concluyentes, manteniendo en claro su estar aquí y ahora.
1 Susana Benko. Investigadora de arte, docente y curadora independiente. Miembro de la Asociación
Internacional de Críticos de Arte (AICA-Venezuela).