Escritoras que se escondieron tras seudónimos masculinos
Por siglos, la literatura fue “cosa de hombres”. Ellas desafiaron las reglas y dejaron una huella imborrable.
Durante siglos, el talento femenino en la literatura se vio reducido, invisibilizado o negado. La idea de que escribir era un oficio exclusivamente masculino llevó a que muchas mujeres, decididas a narrar sus ideas, emociones y visiones del mundo, tuvieran que esconderse bajo nombres falsos, masculinos o ambiguos.
Firmar como “hombres” fue, para ellas, la única vía de publicar, sobrevivir en un mundo literario hostil y alcanzar a los lectores. Hoy celebramos su valentía y repasamos a diez de las autoras más emblemáticas que rompieron esas barreras.
1. Charlotte Brontë (Currer Bell)
Autora de Jane Eyre (1847), Charlotte escribió inicialmente a Robert Southey, poeta laureado de Inglaterra, buscando consejo. Él le respondió que “la literatura no podía ser asunto de la vida de una mujer”. Ella no se detuvo: firmó como Currer Bell y transformó su historia en un clásico inmortal.
2. Emily Brontë (Ellis Bell)
Publicó Cumbres Borrascosas (1847), su única novela, bajo el seudónimo Ellis Bell. Su obra, incomprendida al inicio, es hoy una de las cumbres de la literatura inglesa.
3. Anne Brontë (Acton Bell)
La menor de las Brontë también optó por ocultarse tras un seudónimo. Su novela Agnes Grey y La inquilina de Wildfell Hall revelan una voz aguda contra la opresión femenina, firmadas como Acton Bell.
4. Mary Shelley (anónimo, atribuida a Percy Shelley)
Frankenstein o el moderno Prometeo apareció en 1818 sin firma. La sociedad asumió que su esposo, Percy Shelley, era el autor. No fue hasta 1823 que el nombre de Mary Shelley apareció como legítima creadora de este mito universal.
5. Mary Ann Evans (George Eliot)
Periodista y novelista victoriana, Evans temía ser encasillada en la “literatura romántica femenina”. Bajo el seudónimo George Eliot publicó novelas fundamentales como Middlemarch y Silas Marner, demostrando una mirada psicológica y social sin precedentes.
6. Louisa May Alcott (A.M. Barnard)
Antes de firmar con su nombre real Mujercitas (1868), Alcott publicó relatos góticos y sensuales bajo el ambiguo seudónimo A.M. Barnard. Con él conquistó géneros “impropios” para mujeres en la época.
7. Amantine Aurore Dupin (George Sand)
La célebre George Sand fue más que una novelista: periodista, revolucionaria y figura pública que escandalizó al vestir como hombre. Desde Indiana (1832), publicó más de 140 obras bajo este nombre, convirtiéndose en referente del Romanticismo francés.
8. Colette (firmada por su esposo)
Sidonie-Gabrielle Colette escribió la serie Claudine, pero fue publicada bajo el nombre de su esposo, Henry Gauthier-Villars. Durante años él recibió la gloria, hasta que Colette se liberó de su sombra y firmó obras memorables como Diálogos de animales.
9. Cecilia Böhl de Faber (Fernán Caballero)
Nacida en Suiza y criada en Cádiz, Cecilia firmó como Fernán Caballero para poder publicar en la España del siglo XIX. Su obra más conocida, La gaviota, refleja costumbres y tensiones sociales de su tiempo.
10. Matilde Cherner (Rafael Luna)
Intelectual salmantina, feminista y republicana, Cherner firmó como Rafael Luna su obra Ocaso y Aurora (1880), donde abordó la monarquía, el patriotismo y la situación de las mujeres. Fue también periodista y pionera en escribir sobre prostitución y educación femenina.
Epílogo: “Anónimo era una mujer”
A esta lista se suman muchas más: Caterina Albert (Víctor Català), María de la O Lejárraga (cuyo marido firmó sus obras teatrales), Eva Canel (Fray Jacobo) o Carmen de Burgos (Gabriel Luna).
Todas ellas demuestran que el talento literario femenino fue silenciado, pero jamás apagado. Como escribió Virginia Woolf en Una habitación propia:
“Para la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer.”