Dadá no significa nada. Si alguien lo considera inútil, si alguien no quiere perder su tiempo con una palabra que no significa nada… El primer pensamiento que revolotea en esas cabezas es de índole bacteriológica… 

Tzara

Una de las múltiples leyendas sobre el origen del nombre dice que el porte Tristan Tzara abrió un diccionario y encontró esa palabra al azar.

Y ese sea quizás lo más importante del dadaísmo: el caos, el azar… y tirando hacia lo gamberro, hacia lo escandaloso. Nada hacía más feliz a un dadaísta que escandalizar a un burgués.

Dadá es anti-todo. Anti-arte, anti-literatura, anti-dadá incluso…

Dadá es destrucción. Una destrucción creativa si se quiere, pero destrucción. Quizás por ello no duró demasiado como movimiento.

Sin embargo, este mensaje se expande, y poco a poco va repercutiendo en todos los campos artísticos. El caos, el azar, lo imperfecto… eso es la belleza. Después de todo, ¿no es así la vida real?.

Los ecos del dadá retumban fuertes aún hoy en día y su influencia se percibe claramente en corrientes culturales posteriores: el surrealismo (una especie de dadaísmo con consistencia teórica), los situacionistas de los 50 (vandalismo, graffitti, slogans…), el Arte Pop, los Hippies, el Punk (nihilisimo, provocación, molestar a los padres, tipografías…), el Street Art, lo posmoderno… Todos deudores del sinsentido dadaísta.

Tristan Tzara había encontrado la palabra Dada el 18 de febrero de 1916 a la seis de la mañana. Estaba presente con mis doce hijos cuando Tzara pronunció la palabra por primera vez… Ocurrió en el café de la Terrasse en Zurich y en ese momento tenía una brioche en mi orificio nasal izquierdo… 

Arp

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